Todo transcurría con normalidad, hace ya dos semanas que me había graduado del colegio y ahora
tenía que afrontar un nuevo reto; la universidad. Siempre me había interesado por la carrera de
comunicación social y periodismo, por lo que, tras una exhaustiva búsqueda y comparación de
universidades, opté matriculándome en la universidad autónoma de occidente de la ciudad de
Cali.
A decir verdad, esperaba con ansias ese primer día en la universidad, empezar ese nuevo ciclo en
mi vida, y las cosas que me esperarían…
Aquel día llegó, fue un día agradable donde conocí muchas personas y profesores, y en general la
universidad me gustaba mucho, sin embargo, las cosas no resultarían como esperaba…
La semana de inducción transcurrió con normalidad, me fui acoplando poco a poco a la
universidad al igual que hice amigos de la carrera, como dije; todo iba bien. Después de la semana
de inducción ya las cosas se ponían más serias, ya las clases empezaban como tal y la vida
universitaria que tantas ansias me causaba, estaba empezando.
Un lunes normal de clases, todo ocurría con normalidad, había llegado a la universidad alrededor
de las 8:00 am, porque tenía clase de fotografía a las 8:30. La clase iba a tener lugar en los sótanos
de la universidad, ya que teníamos que pedir cámaras y ahí se encontraba el sitio. La clase
transcurrió común y corriente y al finalizar me fui charlando con los amigos que había hecho en
esa clase. Resulta que uno de ellos al ver que pasábamos por el ágora de la universidad (un sitio
muy peculiar de la universidad) nos empezó a contar lo que parecía una leyenda urbana o al
menos así lo percibí. ¡Que ingenuo!
La historia que conto mi amigo era sobre el ágora y una supuesta maldición, la cual decía que
aquel que se posara en medio del círculo central no se podría graduar. Obviamente no le creí para
nada, siempre he sido escéptico frente a ese tipo de supersticiones porque se me ocurrió la gran
idea de demostrarles que todo eso no era nada más que simples patrañas sin sentido ni lógica. Así
que les dije que se detuvieran y prestaran atención. Fue ahí cuando me separé de ellos
dirigiéndome al círculo central del ágora, en el cual me posé y les hice gestos de que todo aquello
era mentira. Mientras estaba ahí veía como la gente me observaba de manera extraña y hasta
algunos se reían, pero yo solo quería demostrarles que todo aquello era basura.
La verdad, fue muy sencillo y no sentí nervios ni mucho menos al pararme en el centro del ágora,
sin embargo, mis amigos me reprocharon y se burlaron diciendo que nunca me iba a poder
graduar. Obviamente me lo tomé con gracia.
Aquel día terminó como cualquier día: llegando a mi casa después de una larga jornada en la
universidad. Aproveche para descansar y acostarme a dormir para el día que se avecinaba.
El día siguiente:
Me desperté, me bañe, me cepille e hice todo lo relacionado al inicio del día. Desayuné
extrañamente lo mismo que había desayunado ayer pero no tuve tiempo de mencionárselo a mi
mama. Cogí el MIO para ir a la universidad, pero notaba algo raro, y es que estaban las mismas
personas del día anterior, y pues no es que las conociera todas, pero en mi subconsciente seguían
grabadas.
No le preste demasiada atención, a decir verdad, sin embargo, cuando llegue a la universidad todo
fue muy extraño. Primero el salón en el cual me tocaba la primera clase estaba otro grupo y otro
profesor los cuales desconocía en su totalidad. Segundo, no veía a ninguno de mis compañeros,
por lo cual me alarmé y no entendía absolutamente nada, así que decidí escribirles a ellos, a ver si
tenía respuesta alguna, y resulta que me tildaron de distraído y loco porque estaba confundiendo
esa clase con la del día siguiente y que ellos llevaban esperándome en la clase de fotografía.
Si, la clase de fotografía que me tocaban los lunes…
No sé muy bien que paso por mi cabeza en esos momentos, al fin y al cabo, todo parecía de
película. Cuando llegue donde mis amigos, todos tenían la misma ropa, el mismo peinado,
absolutamente TODO. Les intente explicar lo sucedido el día anterior y la ilógica de todo lo que
estaba experimentando, pero ninguno se atrevió a creerme.
Decidí quedarme en la clase durante un tiempo, en la cual quedé atónito, todo parecía volver a
repetirse, las mismas cosas del día anterior.
Entre tanto en pánico que llamé a mi mamá y le conté lo sucedido, obviamente no me creyó para
nada, pero me dijo que lo mejor era que me regresará a casa.
El resto del día lo pase ahí, en casa, recobrando un poco la calma de todo lo vivido en aquel día.
Esperé con ansias el fin del día en el cual me acosté esperando que el próximo día las cosas
vuelvan a su normalidad.
SEGUNDO DIA
Me desperté hice todo lo que suelo hacer en las mañanas y lo primero que fui a hacer, fue a ver el
desayuno. En ese momento, todo dentro de mi deseo nunca haber nacido. El desayuno seguía
siendo el mismo, mi mamá no se acordaba de absolutamente nada de lo que habíamos hablado el
día anterior, yo no sabía q hacer en absoluto.
Opté por ir a la universidad y no sé, quizás hallar una forma de revertir todo esto que estaba
sucediendo. Mientras iba en el bus intentaba recordar todo lo que hice ese primer lunes y
sinceramente nada extraño o inusual se me pasaba por la mente. ¡Pobre de mí!
Llegue a la universidad, alterado y aún más confundido ya que por el trayecto las anomalías
seguían floreciendo.
Me di cuenta de que la fecha seguía siendo la misma de aquel lunes, la noticias, las personas y
absolutamente todo.
Durante ese largo y trágico trayecto hacia la universidad, pensé, quizás que aquella broma del
ágora podría haber influido, mi escepticismo y poca fe estaban empezando a flaquear. Nada de lo
que estaba sucediendo era racional, no tenía sentido, además, ¿¡Porque a mí?
Que más daba, ya había llegado a la universidad, algo me decía que allí se encontraría alguna
respuesta, pero por dónde empezar. ¿Ir al ágora?, ¿Hablar con algún profesor? ¿Preguntar acerca
de la leyenda urbana?
Puede parecer tonto pero lo primero que hice fue ir al ágora. Cuando llegué, sentí una sensación
muy extraña, no sé cómo describirla, pero expectante me sitúe tal cual como lo había hecho la
primera vez, y de repente no sucedió nada, la gente simplemente se quedó observando como un
tonto se hacía en medio sin razón alguna, tal como un loco.
Decepcionado y con la vergüenza en el rostro fui a para con mi amigo, el cual me había contado la
leyenda. Me atendió como un loco y recuerdo que me dijo: ¿Alejandro estás bien? Intenté
calmarme y explicarle lo más natural posible sobre aquella leyenda y de dónde la había escuchado.
Él como si de un loco se tratase me reprochó que era un impulsivo, y añadiendo me dijo que la
leyenda surgía de una tribu indígena que alguna vez habito en la zona.
¿Leyenda? ¿Tribu indígena?
Que podría ser aquello que daba origen a esa terrorífica y turbia historia, ¿Porque el ágora?
En ese momento solo pudo llegar un recuerdo a mi cabeza; la semana de inducción. En esa
semana los encargados en presentarnos el campus nos llevaron al museo Lilí, el museo propio de
la universidad el cual tiene exposiciones etnográficas y arqueológicas de civilizaciones que
asentaron la zona del sur occidente colombiano.
La clave era aquel lugar, pero de qué manera buscar aquello que desconocía.
Llegué al museo, casualmente estaba vacío, no había nadie, me puse a observar todos los restos
arqueológicos e indagar acerca de las culturas, cuando un ruido me asusto, era el guía del museo.
Le llamo la atención mi interés por el museo y me contó acerca de todas las exposiciones, hasta
que me decidí en lanzarle el dardo. Le pregunté acerca de la leyenda del ágora y su origen:
Hace mucho tiempo cuando la universidad aún no existía, aquí habitaban lo Amalawi, una
comunidad indígena cuyos ancestros provenían de los antiguos calimas y posibles herederos de los
sobrevivientes de la Atlántida.
Hace 50 años cuando el rector construyó la idea de hacer una universidad en este terreno, a la
comunidad no le gustó para nada, por qué hicieron hasta lo imposible para evitarlo, sin embargo,
la disputa fue ganada por parte del rector echando a la comunidad de sus tierras sagradas.
Antes de que los Malawi se fueran, el chamán hizo un conjuro que no podía ser cancelado.
La historia interesante sin duda sentía que le hacía falta algo, las piezas no cuadraban, así que opte
por contarle toda la verdad ¿Qué podría perder!
Henry, el guía del museo quedo atónito, se puso pálido de la nada, si no es por mi botella de agua
que siempre cargo se hubiera desmayado. El caso es que él muy atemorizado empezó a buscar de
entre sus cosas mientras suscitaba "bucle no" repetidamente. Absorto, no entendía nada y una vez
más fui testigo de una escena perturbadora. Henry saco un manuscrito lleno de simbologías
indescifrables y me miró con una mueca de terror, y me dijo "la maldición no se ha ido, esa ahora
sigue maldita".
Después de calmarlo y explicarle que tenía las horas contadas, Henry me contó acerca de una
experiencia que él tuvo, exactamente igual a la mía, en la que repetía el mismo día
repetitivamente, como un bucle. Me dijo que aquello se suponía que no tenía que volver pasar, sin
embargo, creía que algo extraño había sucedido en la maldición.
A decir verdad, todo esto me asusto aun más de lo que ya estaba, y le dije casi que entre lágrimas
como deshacer aquella brujería. Fue ahí cuando me entrego el extraño manuscrito y me explico
paso a paso lo que tenía que hacer para borrar la maldición, sin embargo, me advirtió que tenía
que ser a la media noche con la luz de la luna y que cualquier error me podría salir muy caro.
Eran las 6 de la tarde, ya en nada iba a oscurecer y tras una larga charla con Henry acerca de su
experiencia y un sin fin de preguntas, me decidí en armar un plan para llegar a la media noche sin
ser descubierto, ya que la universidad la cerraban a las 11:00 PM.
La idea que me surgió fue quedarme en un salón de aulas 1, meditando un plan para efectuar
aquel ritual, el cual decía:
1.Sentarse en el centro del ágora 3 minutos antes de la media noche
2.Mirar fijamente la luna llena durante los últimos 10 segundos antes de medianoche
3. Recitar unas palabras en idioma Amalawi durante los últimos 30 segundos
4. Todo iba a volver a la normalidad
Recibía llamadas y mensajes de texto, pero ninguno lo respondía, eran mis amigos y mis familiares
preocupados por mi repentina desaparición, sin embargo, en el fondo sabía que no eran ellos en
realidad, todo hacía parte de una realidad alterna a la mía. En el fondo me dolía, pero tenía que
aguantar.
Ya eran las 11: 30 de la noche y tenía que empezar a actuar, así que contabilice cada cuanto el
vigilante nocturno de la universidad hacia ronda por el ágora. Era cada 15 min contando desde la
hora en punto. Espere hasta las 11:45, ahí aproveche para ir sigilosamente hasta el ágora, era todo
o nada. Llegue, me situé, y con muchos nervios espere hasta las 11:56, donde me prepare para la
fase final, donde no podía por nada del mundo fijar la mirada hacia otro sitio distinto. La luna con
su brillantez estaba ahí, luminosa e imponente.
No escuchaba nada, en mi mente contaba los segundos y cuando ya faltaban los 30, empecé a
recitar las palabras aprendidas de memoria y pronunciación en el idioma Malawi. Últimos 10
segundos, entable contacto directo con la luna mientras recitaba las palabras, cuando al último
segundo escucho la voz de un vigilante reclamándome, y cuando intente bajar la mirada en esa
fracción de segundo, todo había desaparecido y de repente aparecí en mi cama, mire mi celular y
ya era martes.
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